México, 16 de enero.- Mientras los legisladores federales se rasgan las vestiduras envueltos en la bandera de la bandera de la ignorancia para exigirle a la Secretaría de Marina-Armada de México (Semar) una explicación sobre la construcción de una Patrulla Oceánica de Largo Alcance (POLA), cuyo presupuesto fue aprobado por ellos desde 2015, el alto mando naval sigue adelante con el proyecto que busca trascender sexenios y sentar las bases de una nueva política de defensa nacional dentro y fuera del país.
La misión se antoja complicada, extensa y costosa. La Marina que hoy encabeza el almirante Vidal Francisco Soberón Sanz busca abrir caminos hacia un crecimiento tecnológico, estratégico y doctrinario que lleve a la institución a niveles de modernidad por lo menos comparables a los de las marinas latinoamericanas.
De ahí la importancia del proyecto POLA, con el que se buscará dotar de cuatro fragatas de este tipo, Sigma Clase 10514, a la Armada de México.
El proyecto va encaminado a la construcción de las cuatro fragatas en astilleros avales; las dos primeras serían bajo el esquema actual: seis módulos a fabricar, dos en Holanda, en los astilleros de Damen Shipyards, y cuatro en el astillero Número 20 de la Marina, en Salina Cruz, Oaxaca.
La segunda fase ampliada del proyecto está diseñada para construir otras dos fragatas Sigma 10514, pero estas serían totalmente armadas en astilleros navales mexicanos a partir de los avances tecnológicos logrados en el corto plazo.
Así, la Marina busca tener en su flota cuatro fragatas Sigma Clase 10514 con capacidad para cerca de 250 elementos, un helicóptero AS565 MBe Panther, una lancha interceptora de alta velocidad, dos lanchas de búsqueda y rescate y armamento defensivo avanzado (torpedos, misiles y sistemas de armas navales y antiaéreos) en cada embarcación.
¿Para cuándo deberá estar lista la flota de buques holandeses fabricados en México? En unos 20 años, como máximo. Una inversión de este tamaño y proyección es muy costosa ya que cada etapa está siempre bajo la presión de los vaivenes financieros dentro y fuera de México.
De hecho, si el panorama no se modifica radicalmente en los próximos diez años, podríamos hablar de buques avanzados tipo fragata, no solo por su tamaño, sino por las prestaciones, avances, misiones, sistemas de armas y navegación con los que contaría cada buque.
Un incremento súbito o lento pero sostenido de los costos en la fabricación de las Sigma obligaría a reducir asignaciones y con ello las características más importantes de las naves. Ya no hablaríamos de fragatas como tales, sino de patrullas bien equipadas, pero lejanas a la idea original del proyecto.
En 2015, cuando comenzó a cristalizarse el proyecto POLA, la Semar presupuestó inicialmente en 5 mil 700 millones de pesos su construcción. Un año más tarde, con los vaivenes de la economía nacional e internacional, el costo de la fragata se fue por arriba de los 6 mil 200 millones de pesos.
En 2017, con los ajustes finales, el proyecto autorizado por Hacienda -instrumentado por Banobras mediante el esquema de Arrendamiento Financiero- quedó en poco más de 10 mil millones de pesos, costo que aún podría incrementarse durante lo que resta del proceso de construcción en México y en Holanda.
La Marina quiere cuatro fragatas Sigma Clase 10514; dos en cada costa para darle vigilancia patrimonial y proyección naval a lo que se espera sea una nueva y vigorosa etapa en la doctrina de Defensa Nacional del país, dentro y fuera de sus fronteras.
Construir cuatro POLA de este tipo no es sencillo y tampoco es barato, pero será parte de todo un proceso de evolución y crecimiento en el que, durante el derrotero, se le podrán exigir a la institución cuentas claras, transparencia informativa y crecimiento en otras áreas de su incumbencia.
Hoy por hoy, su participación en seguridad pública está vigente y en ese marco algunos de sus hombres siguen fallando de manera no solo escandalosa, sino también estructural.
La Semar inició el año recibiendo la Recomendación 74/2018 por parte de la CNDH, que logró comprobar la detención arbitraria, los golpes, la tortura y el traslado ilegal perpetrado por marinos en San Luis Potosí en contra de un civil acusado falsamente de vínculos con la delincuencia organizada.
Esta violación a los derechos humanos cometida en el contexto del combate al crimen organizado recorrió toda una ruta aparentemente sancionada y solapada por mandos navales intermedios, quienes permitieron la presentación de una persona ante el Ministerio Público federal (SEIDO) en la Ciudad de México.
Es decir, que la conducta violatoria no es responsabilidad solamente de malos marinos. Sus jefes siguen dándole carta de naturalización a procedimientos ilegales para cumplir su trabajo en el combate a la inseguridad.
No se trata entonces solamente de construir y modernizar; se trata también de crecer.
Jorge Medellín
@JorgeMedellin95
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